Hola Asia

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TRANSALPINA 2018

Després que l’estiu passat decidíssim carregar la motxilla de nou per les diferents illes de la República Insular de Cap Verd aquest any teníem clar que volíem rodar de nou. Cada vegada ens resulta més difícil decidir el destí. On ens agradaria anar està suficientment lluny com perquè el descans vocacional no permeti arribar-hi al ritme que ara ens agrada fer les coses. No ens podem negar que un any de nomadisme té els seus condicionats i lluny queden ja els “raids” africans on en quatre setmanes podíem arribar a fer més de 16.000 km. Finalment ens vam decidir per la Transalpina, una ruta que ens ha portat des de la burgesa i turística costa blava francesa a la turística i burgesa Chamonix, ciutat referent de l’evolució (involució) de l’alpinisme mundial. Vam començar a les tòrrides platges, minades de para-sols i amb olor permanent a crema solar, per acabar a les muntanyes teixides de telecadires i remuntadors, on la crema solar també troba la seva raó sense aconseguir aturar la desfeta de les glaceres…L’expectativa d’estar sols la vam descartar de primeres… Agost és Agost, el mes estrella de la parada productiva a bona part de l’Europa liberal. Però les muntanyes sempre ofereixen més alternatives a la tranquil•litat que la massificada costa i no cal dir, aquestes alçades, que ens agraden les muntanyes…Mirar-les, pujar-les i creuar-les. Aquesta ruta ofereix la vista als grans colossos europeus i la curiositat, que podríem considerar deure, de transitar per alguns escenaris de les dues grans guerres…Un exercici de memòria que ens permet recordar, un cop més, que la història es pot tornar a repetir i ara més que mai.

La travessa presenta una justa combinació de carreteres secundàries en millor o pitjor estat, i pistes de muntanya d’ús ramader. Especial atenció mereixen els trams italians de les dues opcions que res tenen a envejar a algunes carreteres transitades per Sudamèrica o Àfrica, on deduïm que la factura de manteniment dels vehicles que hi circulen habitualment ha de ser “agradable” al cap de l’any. Podríem dir que reprodueix una lògica cíclica que permet avançar en una orografia tant complexa com aquesta, el perfil de la ruta és la calca d’una serra ben afilada. A nivell de conducció es concreta en pujar i baixar constantment. A les valls les poblacions més importants, enfilant cap als passos alpins, petits pobles, alguns d’ells resistint la tendència a la turistificació com poden. I més a amunt el moment de les pedres, els prats de pastura i els ramats vigilats per peluts de més d’un metre (en alguns zones encara hi ha llop).
Per qui s’animi a fer la travessa en les seves múltiples variants, comentar que alguns trams l’accés motoritzat està restringit de 9h a 19h, pràcticament tots els dies d’Agost i alguns de Juliol i Setembre. I no seria d’estranyar, amb raó, que acabin prohibint el pas als vehicles no autoritzats i més quan veus les caravanes de 4×4 i motos que organitzen els tours.

Les platges que ens agraden.

Ens despedim del Mediterrani, ja no pararem de pujar i baixar les properes dues setmanes.

Els primers pobles alpins. En aquest està ambientada una novela que recomenem i que ens va acompanyar gràcies a una bona amiga: Les vuit muntanyes, de Paolo Gognetti

Els primers vestigis al Col di Tende

Pobles alpins en resistència.

 

Sards i Corsos, cosins germans.

Bany de peus al Gran Bosco

Cap al port de Sommeiller, el lloc més alt d’Europa on es pot accedir en vehícle…I s’ha de pagar peatge.

Cafè de refugi i abrigats a ple Agost.

Hi ha estones que miris on miris el paisatge és brutal. Prop d’aquí diuen que va passar Alexandre el Magne amb els seus elefants.

Les glaceres als peus del Montblanc

Com no podia ser d’una altra manera.

Passejada pel gran balcó

Senzillament brutal

Propera parada.

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África…De nuevo!

En episodios anteriores ya compartimos nuestra intención de volver y eso hemos hecho en el periodo vacacional más largo que permite la actividad productiva. Ésta vez, nuestra intención, era hacer un Marruecos a lo tranquilo, sin maratones volantistas, esquivando en lo posible el calor, porqué Agosto es Agosto y en Marruecos hace calor pero no en todo el país por igual y aprovechar para explorar algunas zonas que en otras ocasiones pasamos sin el tiempo y el ritmo que creemos se merecen.

Nos ha salido una cosa medio extraña, pero como no tenemos que justificar a nadie como invertimos o malgastamos nuestro tiempo libre, pues ahí queda la cosa, algunas instantáneas a compartir y alguna reflexión también: Marruecos sigue saliendo a cuenta, sigues viendo imágenes y contrastes que te parten la retina, sigues teniendo material para la reflexión, sigue estando cerca (hasta ya le tenemos cariño al trayecto Barcelona-Tarifa), sigue generando contradicciones, sigue transitando entre el amor y el odio, sigue siendo barato y sobretodo sigue ESTANDO AHÍ! Hasta pronto.

Chefchaouen y su potencial turístico que se extiende más allá de su humeante historia.

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Vistas des del sendero «ecoturístico» con la necrópolis en primer plano

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Las fotos salen solas.

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Marruecos está de vacaciones.

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Fez un festivo cualquiera. Ya sabemos que no toca visitar la ciudad en el día de la oración, pero…

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Un viejo conocido, el lago Tislit, muy crecido por las lluvias torrenciales de los últimos días.

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Marruecos sigue estando de vacaciones.

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Unos días por la zona del Todra

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Los decadentes estudios Atlas…Claramente ficción.

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Ben Haddou y la ruta de las Kasbas hasta Marrakech

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Essaouira y alrededores.

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La dura vida de una bicicleta cerca del Atlántico.

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Isla de Mogador, la que dicen llegó a ser un capricho de Jimi Hendrix

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Playa marroquí a peno ritmo.

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Otras opciones más tranquilas.

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Compartiendo la beach.

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Pueblo playero de olor a sardinas.

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De vuelta a Marrakech y El padre que todo lo ve.

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Rincones de Asilah.

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Hasta pronto amiga.

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De tránsito a la ciudad…El Delta de l’Ebre.

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Subiendo al Mont Caro.

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No nos vamos de vacaciones…Seguimos viajando.

Cuando se vuelve de un viaje largo y aparece la oportunidad de volver a moverte, pueden aparecer y de hecho aparecen dudas, por los recursos disponibles en nuestro caso, por el tiempo del que se dispone y por qué no decirlo por la amarga y maliciosa comparativa. A eso también le podemos sumar un cansancio difuso, que sabemos que está ahí. Han pasado 4 meses de la llegada, 4 meses muy intensos, de incorporaciones laborales, de gestiones, reparaciones mecánicas, encuentros y desencuentros.

Teníamos claro que por poco que pudiéramos saldríamos a rodar de nuevo, esta vez con el tiempo acotado que genera el periodo vacacional, este mes contemplado en el estatuto de los trabajadores/as y en los convenios colectivos, muy peleado en su momento por el movimiento obrero y que si no estamos alerta puede acabar desapareciendo, de hecho nos consta que hay quién ya no disfruta de esa conquista, de ese derecho… Este tiempo sirve para lo que popularmente se ha llamado “desconectar” y aquí cabe de todo: desde plantadas en playas concurridas, a clausuras brico-domésticas, a disfrutar del nuevo ritmo que ofrece la ciudad en verano, a descubrir y experimentar que hay más allá de nuestras fronteras… Que cada uno decida según sus necesidades, posibilidades y voluntades.

Escoger el destino no era fácil, pronto nos dimos cuenta que los últimos años los habíamos dedicado a viajar por África con la furgo a excepción de un verano que recorrimos los Pirineos subiendo montañas. En África, en Agosto, no hay nadie más que los africanos que no disponen de vacaciones ya que su temporalidad se mueve en otros parámetros. Con sólo tres semanas y conscientes que África es grande y hay que meterle km, lo descartamos, igual que descartamos por otros motivos (básicamente el poco interés que nos genera y la masificación) Europa continental, digámosle para ser más precisos, la Europa del capital (Francia, Alemania, Italia). Con el resto del Estado tenemos una relación contradictoria, conocemos algunas zonas, no todas por supuesto, hay gente en todo los lados y es un destino caro y es fácil caer en el: como lo tenemos cerca lo dejamos para otro momento.

Conscientes, a estas alturas, que siempre hay que hacer concesiones, que todo no puede ser. Nos decidimos a mirar hacia el Este, un rumbo que hemos cogido pocas veces, hace unos cuántos años, junto con una pareja de amigos, recorrimos Polonia y Lituania con nuestra primera T4 multivan, la Cangura (allá dónde estés, felices Km), yo, de un poco más joven, tuve la oportunidad de conocer, junto con otro colega y la Renault Space de sus padres la República Checa y Eslovaquia de la mano de Bizo y Karol, dos Eslovacos que nos encontramos en Marruecos y que pasaron unos días en Barcelona y con los que tendimos un buen lazo.

Pues eso, que ya tenemos la dirección fijada, ahora falta decidir el destino. Con la idea de optimizar el gasto de gasoil (lo de los peajes ya lo contaremos en otro momento, eh Jose!!!), acabamos fijando una circular, casi perfecta por algunos de los paises de la antigua Yugoslavia socialista, empezando por Slovenia y saliendo cagando leches por Croacia, sabiendo que este último se ha convertido en los últimos años en un destino playero de media Europa.

Slovenia es verde, montañosa y resistente, ya que plantaron cara a los Alemanes en la segunda guerra mundial. Es un país tranquilo, ordenado y racionalmente explotado. Andes por dónde andes siempre llegas a sitios bonitos. Hay que coger como referencia exacta el tiempo que marcan las indicaciones locales, los Slovenos andan mucho y rápido. Nos decidimos a subir al Triglav, el monte más alto, que en altura absoluta no es nada impresionante, son algo más de 2900m, pero al que se asciende desde los 900. Un total de 2000m de desnivel, con un tramo final de via ferrata, una ascención bonita y dura. Si se decide hacer, como nosotros, en un día, son 10h que te van a asegurar una noche plana de descanso. Visitamos de pasada los dos lagos más importantes del país. Los cámpings son caros o así le parece a nuestra economía, pero resulta relativamente fácil encontrar la solidaridad de una ducha, es un país acuoso y de aguas frías dónde refrescarse. Nos hizo calor, mucho calor durante el día hasta la capital Liubliana, que visitamos lloviendo, a nuestro aire y con poca gente. No nos podíamos ir del país sin visitar la Base 20, en centro de operaciones clandestino del comité antifascista donde llegaron a vivir más de 120 personas.

Los Alpes Julianos
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Slovenia, un país verde y muy acuoso
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A cada excursión…Nuevos paisajes.
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Volvemos a la vida en ruta y a los malos caminos.
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El Triglav, uno de nuestros objetivos del viaje.
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La Slovenia resistente y antifascista.
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País de alturas.
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Y de lagos…Lago Bled.
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Bonitos compañeros de carretera.
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La tranquila capital a ritmo de la lluvia
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De Liubliana a Zagreb son apenas dos horas de viaje en autopista. Croacia ya tiene otro aroma, a ratos nos recuerda Berlín, con grandes avenidas y edificios regios, tiene una parte antigua con mucha actividad turística. Como no nos agobiamos con las grandes urbes y sus eternas posibilidades, optamos por pasear durante una mañana con la idea de comer por ahí, en algún sitio popular que no nos claven y a ser posible que hablen mal el inglés, como nosotros, dormir por las afueras y poder entrar a Bosnia Herzegovina al día siguiente.

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Conocíamos de la afición en frenar el tránsito de vehículos entre las fronteras de Croacia y Bosnia, viejos fantamas del pasado siguen afectando la vida cotidiana de estos paises. Nada que ver, claro, con las fronteras africanas o sudamericanas. La situción, para nosotros, como ciudadanos de paso, es una espera de algo más de media hora en el mismo vehículo, la situación se repetirá a lo largo del viaje, ya que entraremos y saldremos de éstos paises varias veces, sólo tendremos una pequeña “tensión” con un joven aduanero Croata que se empeño en registrar en busca de alguna substancia ilegal nuestras pertenencias, con poca gracia y de malas maneras y los más sorprendente es que estábamos saliendo del país… Abuso de autoridad? Os suena.

A la guerra de los balcanes podemos llegar con nuestra memoria. Esto nos genera una sensación extraña en el momento de entrar a Bosnia y Herzegovina. Algo más de 20 años nos parece poco, el paso de una guerra siempre tiene que parecer y seguir cercano. Cuando los paises se tiñen de desmemoria, el pasado se puede repetir… El norte es verde y muy rural, en Travnik notamos el encuentro cultural que tant difícil ha sido gestionar en la historia de esta región. Sarajevo es ya una gran ciudad moderna y preparada para el turismo. Mención a parte merece Sudjeska, el parque natural vecino de la capital que no pudimos ver gracias al omnipresente mal tiempo.

Bonitas tazas de café, marca muy popular en Bosnia.
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Sarajevo
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Mostar
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Blagaj
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Que coche se conducía en la antigua Yugoslavia…Un YUGO.
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Travnik y alrededores.
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Dormimos cerca de la frontera con Croacia con la idea de dedicar la mañana a Dubrovnik, sabemos que habrá gente, sabemos que el calor apretará, pero alguna cosa sacaremos, seguro. Al final que sacamos: que hay mucha gente y hace mucho calor y que es una ciudad que parece que no viva nadie más que turistas.

Aun no siendo nada playeros, decidimos dedicar un par de dias a la beach, más con la idea de parar que de sentir lo relacionado con la actividad de playa. Nos decidimos por un Autokamp , económico, familiar y con los servicios básicos, cerca de Orebic, en la península de Peljesac, pasamos de transbordadores para pasar a las islitas, son caros y están masificados.

Las playas de Croacia ni fu ni fa, para nosotros que tenemos todo un litoral Mediterráneo no nos parecen nada del otro mundo, pero entendemos que para los Polacos, Checos y Alemanes puedan ser la bomba a la esquina de casa y baratito, baratito. Dejamos que nuestra piel se toste un poco entre baño y baño, en un ambiente tranquilo que eso si que hay que agradecerle a este zona del país.

Visitar Dubrovnik te desvía de la ruta a Mostar, ciudad que queríamos visitar. Pero como está cerca de la frontera de Croacia, lo haremos desde aquí en un par de días, también queremos acercarnos a Blagaj. Mostar mantiene en parte la imagen de destrucción que generó la guerra, fusionada con numerosas terrazas y tiendas de souvenirs. La ciudad genera una cierta confusión con la preservación de los restos del conflicto, por una parte parecen guardar relación con la memoria del país y por otra parecen ser el escenario de una atracción turística, la falta de tiempo no nos permite sacar conclusiones más precisas.

La vuelta la haremos en tres días, unos 2000km, cuando recordamos lo que tardábamos en recorrer esa distancia en Sudamérica no podemos evitar una profunda morriña.

La parte amable de Dubrovnik.
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La verde y compleja Colombia.

Terminamos este viaje, terminamos esta ruta en Colombia, país no previsto inicialmente, incorporado sobre la marcha. La inquietud la teníamos desde hace tiempo. La posibilidad de ahorrar algo en el trayecto de vuelta de la furgo (después veremos que no ha sido así, curiosamente ha sido al contrario), un margen temporal significante para atravesar el país con un mínimo de comodidad y sin prisas, la idea de acabar en el Caribe y el simbolismo de cruzar Sudamérica de sur a norte son algunos de los elementos que nos acompañan en los cerca de 2000km que separan Ipiales, en el sur del país, de Cartagena de Indias.

Nos decidimos por una ruta directa. Las carreteras vuelven a ser duras y los tramos andinos complicados, mucho tránsito pesado e infraestructuras poco mantenidas, la orografía del país tampoco acompaña y la tendenciosa gestión administrativa menos. Podríamos decir que Colombia es un país centralista, con una región Andina rica para los ricos y una periferia empobrecida por los mismos ricos.

En la frontera conocemos a Sebastián, un chico belga afincado en Pasto que nos invita a hacer una parada en sus dominios. Pero antes no nos queremos perder una de las iglesias más emblemáticas del país y de sudamérica. El santuario de las Lajas. Con un enclave bonito pero con una edificación quizás un tanto exhibicionista es sitio de peregrinaje de gente de todo el país. No estamos muy puestos en estos temas pero pensamos que el ambiente tiene que ser similar a un Lourdes, Fátima, Montserrat, Rocío… En los puestecitos de la calle se pueden comprar desde agua bendecida con supuestas propiedades miraculosas a todo tipo de merchandising religioso.

No podemos dejar de mencionar el conflicto armado que ha azotado el país los últimos 40 años. Una situación muy compleja de la que es difícil hablar con los colombianos. Todo es muy reciente, en el 2013 se firmó el alto el furgo entre las FARC-EP y el actual Gobierno. A pesar de esto nos sorprende el desplegamiento y la cantidad de controles del ejército que hay en las carreteras, sobretodo en las del sur del país, dónde sigue siendo desaconsejable viajar de noche. Los soldados, muy jóvenes la mayoría, te saludan al pasar y en los controles son amables, especialmente amables… Ejército del pueblo nos preguntamos??? Todo huele a campaña de limpieza de imagen. En algunas zonas del país se siguen registrando, a fecha de hoy, enfrentamientos entre ejército, FARC y paramilitares, estos últimos creados y organizados por la élite empresarial para preservar sus intereses de clase frente a la ofensiva revolucionaria. Si a eso le sumamos la violencia generada por los cárteles de la droga a finales de los 80, ya os podéis imaginar el cacao y la sangre derramada. En un país muy basto, con zonas inaccesibles y una población muy dispersa.

La primera parada la realizamos en Popayán, a nosotros personalmente nos gusta como suena el nombre de esta ciudad pequeña o pueblo grande, demasiado al sur como para estar dentro de las rutas turísticas del país, sólo parada para los que entran al país o salen rumbo a Ecuador. Una ciudad Colonial, con encanto, sobretodo por no notarla presionada por el turismo. Para nosotros significa encontrarnos con el ritmo cotidiano en un entorno bonito. No son más de 20 calles en una cuadrícula perfecta de un blanco cegador. De Popayán saltamos a Cali, donde solo paramos para una reparación de emergencia en el selector del cambio de marchas, esa parada nos permite degustar la mítica hospitalidad del país y acabamos acampados dos noches en los terrenos de un cliente del taller a orillas del lago Calima que de otra forma seguro no hubiésemos conocido y que nos proyecta una imagen de un país con unas desigualdades muy marcadas. El eje Cafetero nos espera, cuando en un viaje de este tipo te enfrentas al dilema de conocer de cerca la actividad productiva de algunos sectores, a nosotros siempre nos asaltan las dudas, fue el caso de las minas de Potosí en Bolivia que no visitamos y lo mismo pasa con las plantaciones de Café, pero como para opinar se tiene que probar decidimos pasar unos días en una hacienda, la Venecia, que funciona como hospedaje pero sin dejar la producción de café, otra de las exportaciones de insomnio de éste país. Nos saltamos las ofertas y nos dedicamos a recorrer la plantación por nuestra cuenta, comprovando las duras condiciones de trabajo muy lejos de la piscina que ofrece el alojamiento, que todo sea dicho, no utilizamos. La zona de cámping es una vergüenza, sin ninguna sombra para soportar la canícula diaria. Lo curioso es que viene referenciada desde la comunidad Overland, al final para gustos los colores, quizás usando la piscinita…Quién sabe. Lo único que nos gustó y pareció curioso es que tenías a disposición una máquina de café operativa todo el día, pero al final piensa uno: ¡que menos, si hasta lo venden de souvenir!

Recorrer los “escasos” 150km que separan Manizales, en pleno eje cafetero, de Medellín, histórico bastión del narcotráfico y patria del mediático Pablo Escobar, un día domingo es una experiencia interesante. Se conoce que en Colombia hay mucha afición al ciclismo de carretera, tienen buenos corredores con proyección internacional. Pues pensamos que todos los ciclistas de Colombia y algunos de otros países vecinos salieron a rodar ese día por la ruta de enlace, grupos grandes, pequeños, personajes solitarios…Nos cansamos de contar y contar. Si a esto le sumamos varios puertos de montaña y una de las rutas más transitadas de Colombia por vehículos pesados (mulas los llaman aquí). Otra vez 5 horas para esos 150km hasta llegar a Medellín.

Después de la dura década de los 90, Medellín luce ahora “tranquila” y cosmopolita. Con sus edificios altos y su metro exterior, que consiste en una línea que cruza la ciudad de sur a norte y varios ramales perpendiculares que te acercan a los barrios periféricos. Más allá, que sigue la vida de la ciudad,existe una red de teleféricos bastante importante. Tenemos la oportunidad de conocer la experiencia de las Bibliotecas Sociales, espacios que nacieron en un momento muy complicado del país y la ciudad y que hoy son referente de la producción cultural y artística de los barrios.

Parecía que no llegaría, pero se nos va acabando el relato y el territorio por recorrer, pero como estos proyectos siempre tienen que tener un punto y aparte o dos o tres. El primero nos lo encontramos, y por suerte, después de cruzar la zona andina, rumbo a Cartagena y esta vez cuando decimos justo después, es literalmente justo después. Se nos rompe el seleccionador del cambio, dejándonos sólo con la tercera y la cuarta. Desde ese punto, una gasolinera blindada y custodiado por la policía por un conflicto abierto con los mineros de la zona hasta Cartagena son 400km de rectas, sino fuera así, intentar llegar con nuestros medios y sólo dos marchas sería técnicamente imposible por mucha motivación que le pusiéramos, pero llegamos, aquí agradecemos que VW montó unas cajas especiales en los modelos syncro de tracción integral a las cuatro ruedas, más cortas que el los modelos de tracción delantera, a pesar de esto, que fue de gran ayuda, el día fue duro, salimos a las 4 de la madrugada para evitar los piquetes de los mineros y llegamos a Cartagena a primera hora de la tarda. Desde ese momento hasta la partida es un mes largo de gestiones, entre ellas, reparar la avería. Unos días por los alrededores de la Costa Caribeña, hasta el P.N Tayrona, pequeños paseos por la ciudad, que tiene una parte muy turística y otra que no tanto y mucha que nada, fue la primera ciudad turística del país y la que se ha mantenido así a pesar del conflicto armado que ha durado más de 40 años.

Los siguientes puntos y aparte se los llevan la carga de la furgo en el contenedor, con huelga de transportistas incluida que casi nos hace perder el barco y las más de 6 horas en el puerto para el control antinarcóticos, que consiste en sacar la furgo otra vez de contenedor, todo el contenido fuera y una visita de Harlem (uno de los pastores belgas que utilizan para detectar si hay drogas).

Después 5 días de hospedaje económico, playas populares y si, lo tenemos que decir a estas alturas y con la confianza…Televisión por cable.

Hasta pronto.

Santuario de las Las Lajas…
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La parte blanca de Popayán.
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Buen viaje compañero Galeano.
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Que nadie se ría, vamos volviendo a Casa…
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Una furgo ROJA en el césped de la élite Colombiana.
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Vistas del lago Calima en…Cali.
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El pais més bonic del mon, també olora a cafè.
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El eje cafetero.
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Bonito coche. Del año que vio nacer a algunos.
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Cosas de Botero.
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Antes del desastre.
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Casi parece nueva la pieza.
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Complejidad…
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Unos días en Minca.
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Playa los Ángeles.
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Caribe!!!!
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P.N Tayrona.
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La bonita parte de Cartagena.
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Getsemaní.
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Contrastes.
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Hasta pronto Compañera.
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Publicado en Panamericana 2014-15 | Etiquetado , , , , | Deja un comentario

El viaje sólo en cifras.

Los 200.000km fueron en África, Ruta de la Esperanza, rumbo Malí, los 300.000km en la Patagonia Argentina, veremos dónde nos sorprenden los 400.000km.
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-Fronteras: 21

-Países: 9

-Kilómetros totales: 35.000

-Gasoil: 3500 litros/ 45 depósitos

-Noches en la furgo: 400

-Noches fuera de la furgo: 4

-Mínimo tiempo de estancia en un país: 1 día

-Máximo tiempo de estancia en un país: 90 días

-Mínimo presupuesto diario por persona: 15 euros

-Máximo presupuesto diario por persona: 20 euros

-Películas vistas: 60

-Series vistas: 2

-Libros leídos por persona: 18

-Asistencia en carretera (grúa): 1

-Mecánicos: Chile (1), Argentina (4), Uruguay (1), Bolivia (1), Ecuador (1) y Colombia (2). Total: 10

-Islas visitadas: 3

-Ferrys: 10

-Temperatura máxima: 40 (Puerto Suárez: Bolivia frontera con Brasil).

-Temperatura mínima: -20 (PN Sajama-Bolivia).

-Altura máxima en ruta: 5000 m s.n.m.

-Altura máxima durmiendo: 4800 m s.n.m.

-Altura mínima durmiendo y en ruta: 0 m s.n.m.

-Asistencia médica: 3

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Publicado en Panamericana 2014-15 | Etiquetado , , , | Deja un comentario

La intensidad de Ecuador

El país de los volcanes. Laguna del Quilotoa.
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Y más volcanes…Chimborazo y la noche más alta del viaje.
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La primera sensación al entrar a Ecuador es que las cosas aquí son distintas, salvando las particularidades de cada país, todos son distintos entre ellos y dentro de ellos. En Ecuador a uno le invade la sensación de estar cerca de casa. Por lo general sorprende el orden, la limpieza y las buenas infrastructuras. Es un país que lleva 9 años construyendo la revolución ciudadana y se nota, la gente vive mejor, las políticas sociales están ahí, el patrimonio cultural y natural es para todas y todos las y los ecuatorianos y no sólo para los de afuera. Los avances en materia educativa son muy potentes y reconocidos internacionalmente. Un país productor de petróleo que ha sabido diversificar su economía en un proceso que requiere tiempo pero muy acelerado en los últimos años. Evidentemente a la pequeña élite neoliberal no le gustan estos cambios y bien que sea así.

Ecuador es pequeño y tiene la facilidad que en un día puedes pasar del escenario andino en sus históricos volcanes Cotopaxi, Chimborazo y Quilotoa a las calmosas playas del Pacífico o al oriente selvático con carreteras más que aceptables que te permiten conducir a buen ritmo y con ciertas comodidades. A estas alturas se agradece, el cansancio lo notamos los 3 y poder llegar a los sitios con garantía nos permite disfrutar de la recta final de la ruta.

Empezamos por el sur. De Machala a Cuenca, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco. Una ciudad agradable donde decidimos pasar los días navideños que tenían que llegar en algún momento. Para nada somos folklóricos con este tema pero ya sabemos que estos días condicionan el ritmo sociológico. Festejos varios, propios y universales, movimiento de gente, comercios cerrados. Es por esto que nos instalamos cómodamente en la ciudad con la ventaja de podernos escapar a la reserva natural del Cajas a 30 km de la ciudad cuando los villancicos apretaran fuerte.

En un principio tenía que ser el último país del viaje y no le dimos mucho espacio ni tiempo en la preparación. Al alargar hasta Colombia y llevando un buen cálculo de tiempo dejamos que Ecuador nos sorprendiera durante un mes y medio.

Una vez pasado el tiempo vegetativo nos vamos a conocer el volcán más alto de South America: El Sr. Chimborazo emerge como protagonista absoluto del paisaje que él mismo ha destruido en sus múltiples erupciones. Del total de sus 6000m es posible llegar con vehículo hasta los 4800m. Es aquí donde batimos el récord de dormir en altura con la furgo. Dormir se duerme poco y muy mal, pero merece la pena el espectáculo por la mañana. El volcán enseguida queda cubierto por las nubes. Y disfrutar de esta ventana en soledad bien vale una mala noche de nuestras vidas. El entorno es lugar de peregrinaje y a las 10 de la mañana todo es confusión de vehículos, familias tomando fotos y grupos escolares. Nos gusta que así sea y sobretodo que la minoría seamos los de fuera. Es más su volcán que el nuestro. Aprovechando la facilidad de acercarnos rápidamente a la diversidad que ofrece el país. De la dureza y la altura andina nos vamos en un paseo de 3 horas al pueblo de Baños, destino popular de festivos y fin de semana. Donde uno puede poner a prueba su dentadura con los famosos caramelos rompemuelas. El pueblito en sí no tiene mucho encanto, más que ver disfrutar a los ecuatorianos y ecuatorianas de su tiempo libre, pero sus alrededores son espectaculares con volcán incluído, como es habitual en el país. Decidimos llegar hasta Puyo, por la denominada Rutas de las Cascadas. Un agradable paseo de medio día donde uno no se cansa de observar saltos y saltitos acuáticos en un entorno agradablemente verdoso.

Puyo, ciudad preamazónica donde ya se empieza a notar un ambiente diferente. Es punto de abastecimiento y administrativo de las comunidades que viven adentradas en la selva. Que nadie piense que se ven indígenas con trajes tradicionales o sin ellos, con monos o loros en la espalda. Impera el tejano y la ropa made in China. Se pueden encontrar restaurante de calidad y buenos hoteles. Suponemos que hace 20 años las cosas eran un poco diferentes por aquí. No nos pasemos de románticos diciendo que llegamos tarde, llegamos en nuestro tiempo donde hay que agudizar la mirada para encontrar los matices.

La ruta sigue siendo agradable hasta el cráter del volcán Quilotoa, donde reaparece el viento salvaje que dejamos en la Patagonia hace ya muchos meses. El enclave es bonito y original. Se trata de un antiguo volcán donde en el interior del cráter se ha formado una laguna. La gracia consiste en descender los casi 1000 metros de desnivel hasta la orilla para después subirlos, no hay otra. Nos ponemos en marcha sin dejar el viento pero en un país de contrastes tan cercanos no sabemos que en pocas horas nos espera el sofocante bochorno tropical y uno de los peores tramos de obras del viaje seguido de una de las peores noches en meses. Acabamos el día en Calzeta, un cruce de caminos sin nada especial. Aparcamos en la gasolinera del pueblo sin saber que el hilo musical lo tenían programado de 5 a 23h. Reaggeton seguido de éxitos de los 80, nos dormimos con Sleeping in my car de Roxette. Escrito suena divertido pero en ese momento casi soltamos la lágrima. Nos disponemos a pasar unos días en la costa pacífica. Uno puede pensar en palmeras, cocoteros y fauna exótica pero no aún no toca este escenario. Nos movemos entre Manta y Canoa, la primera ciudad pesquera y destino de grandes infraestructuras. El segundo antiguo puerto pesquero convertido una vez más en destino juvenil de arena, ron y surf. Os suena la historia? Cómo cuesta a veces encontrar tu lugar! Lo que destacamos es algún bañito agradable y el segundo robo menor del viaje. Por despiste nuestro y con la poca colaboración del amigo perruno de turno: El Sr. Cuadradito. Un bóxer de 8 años, ciego de un ojo y sin dientes al que le perdonamos todo.

Quito, la capital, que no la ciudad más grande del país. Damos con el Hostel Zentrum gestionado por Gerd, un alemán de 83 años línea roquera que a pesar de su nivel básico de castellano e inglés consigue que te sientas como en casa des del primer momento. Tiene un pequeño espacio para aparcar donde dormimos al rumor del tránsito de la ciudad. A parte de conocer la bonita ciudad, aprovechamos para intercambiar reflexiones con un equipo de psicólogas y agradablemente nos damos cuenta que a pesar de la distancia y de las diferentes realidades, la crítica al modelo imperante de psicología, el papel de la disciplina en la sociedad y la mala definición de enfermedad mental es común.

Uno de los atractivos de Ecuador es el mercado abierto más grande de Sudamérica, más allá de los orígenes ancestrales que los tiene, hoy es una atracción turística con decenas de puestos que permiten el acopio de regalos y recuerdos a ritmo de cualquier bolsillo.

La última parada de Ecuador la hacemos en casa de Graham, un antiguo viajero de origen australiano, que acoge a quien lo necesite de manera incondicional en los terrenos de su vivero. Un lugar espectacular y una experiencia única ya que nos acogió como miembros de su família. Lo que empezó siendo una parada técnica de una noche se alargó a cuatro días en los que fuimos invitados a una fiesta de cumpleaños completa, a una comida dominical con los vecinos de la zona y un agradable paseo con su pick up. Más personas como Graham harían de este planeta un sitio más digno donde vivir. Una bonita experiencia que no olvidaremos y que nos ayuda a ir cerrando la última etapa del viaje.

El Cajas con sus más de 700 lagunas.
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Vecinos del Cajas.
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La bonita Cuenca prenavideña.
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Baños y el Selvático Oriente.
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Canoa y la costa pacífica.
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Quito.
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El impresionante, implacable y agresivo volcán Cotopaxi.
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La mitad del Mundo.
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Graham’s house.
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Perú: Más allá del Machu Pichu

La frontera entre Perú y Bolivia no existe. Es una separación administrativa y ahora también política. Ya que el freno que encuentra el neoliberalismo salvaje en Bolivia campa a las anchas desde hace muchos años en el Perú. Los rostros, la mirada y el día a día de las regiones andinas son los mismos, sin ninguna diferencia. Ellos mismos como pueblos se consideran hermanas y hermanos.

Llegamos a Puno, la ciudad a orillas del Titicaca, lago compartidísimo con su país vecino. Bolivia se quedó con la Isla del Sol y de la Luna, y Perú con las Islas Flotantes de Totora. Lo que más nos llama la atención es la historia del barco Yavarí. Salió de los astilleros ingleses a piezas en el 1861 y acabó llegando a orillas del lago 6 años después. Un periplo casi eterno por la dureza de transportar las piezas (2766) a mulo, cruzando los Andes desde el Puerto de Arica donde desembarcaron. El barquito quedó abandonado hasta que otra vez una iniciativa económica internacional lo reflotó para con los años convertirlo en lo que dentro de poco será un hotel flotante. La visita vale la pena, ya que se conservan muchas de las piezas originales y documentos de navegación de la época. Desde Puno dirección hacia El Valle del Colca, conocido como el segundo cañón más profundo del mundo y el primero no es el del Colorado. Esta vez los USA no ganan. Se pueden ver cóndores por la mañana temprano pero hay días que se quedan durmiendo. Tuvimos la oportunidad de verlos volar dos mañanas pero el poco éxito de la primera no nos ayudó a madrugar la segunda. Pero como pasa a menudo, el segundo día se llenó el cielo de pajarracos, según nos contó una pareja francesa , ya que nosotros no lo vimos. Una pareja que lleva casi 3 años de ruta, cruzando toda Asia hasta Japón, donde embarcaron su defender a Colombia.

Nos tienta una caminata hasta el Oasis de Sangalle, al fondo del cañón. Más de 1000m de desnivel que hacemos en un día, como siempre la bajada no hace justicia a la dura subida.

Deshacemos el camino saltándonos la bonita, blanca y pija ciudad de Arequipa; y ponemos rumbo a Cuzco, la ciudad permanentemente más habitada del continente. Una de las ciudades de referencia del viaje y otro golpe más, con un centro histórico hecho a la medida del turismo internacional y unos barrios periféricos donde falta de todo. Llegar a los sitios por tus propios medios y conduciendo nos obliga a mantener siempre los ojos abiertos a la realidad que nos rodea.

Utilizamos como base el cámping Quinta Lala, referencia Overland en Sudamérica. Y nos gusta que la gestión actual sea por parte de una pareja peruana. Allí conocemos a Markus, un motero suizo de la vieja escuela. Cuenta en su currículum un Egipto-Ciudad del Cabo, cruzando el Teneré por Argelia en los años 80. Tuvimos la suerte de poder ver las fotos. Otros tiempos, otros viajes.

Recorremos el Valle Sagrado sin ni fu ni fa. Suponemos que al no tener el vale de 50 euros que permite visitar todos los yacimientos de piedra algo tiene que ver. Nuestra idea es llegar al Machu por nuestros propios medios y a la catalana (de la forma más económica posible) y sabemos que no será fácil. Desde Ollantaymbo hay que subir hasta los 5000m para descender en picado. La carretera ahora está asfaltada, tenemos registros de otros viajeros que no tuvieron tanta suerte. Del pueblito de Santa María sale una pista malísima hasta Santa Teresa y de ahí otra peor hasta la Hidroeléctrica. Desde ahí hay que entrar 3 horas por la vía del tren hasta Aguas Calientes (Machu Pichu pueblo), desde donde se sube a las ruinas. Esta parte se la dejamos a los buses lanzaderas, que por el módico precio de 7 euros por persona te suben arriba en 20 minutos. No así la bajada que se la curraron nuestras piernas, igual que el trayecto de vuelta a la hidroeléctrica. Qué os podemos contar sobre el Machu Pichu? No lo recordamos con especial cariño, no nos preguntéis por qué. La respuesta se mueve entre la poca simpatía que nos genera el imperio inca y el tufillo a parque temático que tiene todo el conjunto.

De Cuzco a Nazca son dos días duretes de volante. Y como nos dijo un buen amigo sin avioneta para ver las conocidas y enigmáticas líneas no vale la pena entretenerse mucho. Así que aprovechamos para hacer algunas gestiones, para que se trague la targeta de crédito un cajero comilón y continuar hasta la Reserva Nacional de Paracas,que le tenemos muchas ganas. Esto sí que nos gustó, recuperando un entorno que nos recuerda a la costa sahariana pero con su toque de personalidad. Donde el desierto también se fusiona con el mar. Picamos con el barquito para ir a las Islas Ballestas, reserva de fauna marítima y zona de extracción de guano (antiguo combustible y actual adobe), donde los lobos marinos sólo les falta pedir una monedita después de sacarles la foto.

De la playa a la sierra, y volvemos a subir y a subir, en segunda con las curbitas y más curbitas. Huaraz: los capital de los montes blancos. La segunda cordillera más alta del mundo después del Himalaya. El problema es que una precordillera menos glamourosa no deja ver las supuestas vistas impresionantes. Sólo en algunos puntos asoman los picos por encima de los 6000 m. Los márgenes para hacer cosas por tu cuenta se reducen una vez más, a no ser que contrates un tour. Todo está muy mal indicador. Salvamos los días con una acampada cerca de la laguna Llanganuco, bajo la atenta mirada de uno de los grandes nevados de la zona. Una vez en Caraz, o bien deshaces el camino para empalmar con la Panamericana o te aventuras en el Cañón del Pato. Pues vamos a por los patos. El cañón es realmente impresionante, con infinidad de túneles y toda la excavación en la roca relativamente afirmada. La prueba nos la dan los vehículos que transitan habitualmente por la zona. Estos llevan una protección metálico en el techo y no porque una piedrita te pueda aboyar el coche, sinó porque caen piedras muy grandes que te pueden hundir la cabeza. La historieta del día no acaba en el Pato, después vienen 60 km de millones de piedras, donde es imposible superar los 15 km/hora. A no ser que quieras dejar medio coche ahí de recuerdo. Los cálculos son fáciles: 4 horas de paseo que te deja destrozado a poco del enlace con la Panamericana Sur, donde recuperemos la costa para enfilar hacia Trujillo.

En Trujillo nos encontraramos con una antigua compañera de trabajo de Ona. Gladys, gracias por tu hospitalidad y por ese cebiche tan rico. Nos instalamos en Huanchaco, otra beach zone sin más. Muchos surferos, restaurantes y party. Pero si miras bien le puedes ver aún su pasado cercano pesquero.

Aprovechamos estos días para descansar y revisar un poco la furgo. En estas latitudes el agua aún está fría, tendremos que esperar unos cuantos cientos de km al norte para pegarnos el PRIMER baño oceánico del viaje. En 10 meses no hemos pasado de remojarnos los pies.

De Trujillo a Cajamarca. Ciudad andina, relajada y equilibrada, donde cuesta más ver el abismo social entre el centro y la periferia. Nos gusta y no quedamos unos días para conocer-la. Nos escapamos a Cumbre Mayo, lugar supuestamente energético donde los incas organizaron una red de canales para optimizar los recursos hídricos de la zona. La energía no la notamos pero no nos hagáis mucho caso porque somos muy malos para estas cosas. Nos acercamos a los Baños del Inca; hoy un balneario popular de aguas termales y donde el último Inca Atahualpa se bañaba con sus mujeres.

Y vamos acabando con Perú, pero no sin antes compartir con vosotros un par de joyas. Rumbo norte, en la costa, hay un pequeño pueblo de pescadores (Cabo Blanco) con un pasado interesante. En los años 50 se dejaban caer por aquí las celebrities de Hollywood para disfrutar de sus playas de arena blanca y de la pesca del merlin negro, todo dentro de la contingencia y exclusividad del Fishing Club, hoy convertido en 4 paredes que a duras penas resisten las fotos de los 4 que pasamos por aquí. El único personaje que mantiene el cariño a lo largo de los años es el escritor Ernest Hemingway, quien pasó una temporada en el pueblo, pescando con su gente y tomando notas para la que ha sido y es una de las grandes novelas de la literatura universal: El viejo y el mar (1952). Conocemos a Jose, un actor peruano que esos días estaba rodando escenas en la zona. Con la coincidencia que comparte protagonismo con una perra más famosa que él, ya que apareció en el conocido film peruano La Teta Asustada (2009) de Claudia Llosa y con la actriz protagonista Magaly Solier.

La última parada de Perú la reservamos a Puerto Pizarro, aunque guarde el nombre de uno de los colonizadores españoles más sanguinarios tiene el encanto de un pequeño puerto pesquero, donde los manglares le cierran la salida al mar. Una bonita y agradable excursión es recorrerlos de la mano de algunos de los pescadores retirados de la zona que con sus antiguas barcas reconvertidas en autobuses acuático proponen tranquilos paseos por los canales. El calor empieza a apretar, es aquí donde por fin inauguramos nuestros baños pacíficos.

El lado el peruano del titicaca.
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El largo viaje del Yavari.
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Medidas naturales de seguridad en Chivay.
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Cañon del Colca.
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Una parte del Cusco.
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Valle Sagrado.
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Machu Pichu.
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Nasca.
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Paracas Desert.
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Candelabro misterioso en las islas Ballestas.
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Colonia de Leones Marinos.
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Pinguinos de Humboldt.
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Ejercito Productor de Guano.
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La cordillera blanca-Huaraz.
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Cañon del Pato, empieza el infierno.
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Cajamarca.
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Cumbe Mayo.
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Filigranas incas.
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Los baños del inca.
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Cabo Blanco.
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El decrépito fishing club.
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El barquito restaurado en el que pescó Hemingway.
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Reptiles en el camino.
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Puerto Pizarro y sus manglares.
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Más Bolivia.

Volvemos a Potosí y de ahí nos movemos a Sucre, donde nació Bolivia, primera capital del país y bonita ciudad colonial. Aprovechamos para retomar las sesiones de cine iniciadas en La Paz a precio popular. Nos colamos en un cinefórum organizado por estudiantes con el pase en VOS del Club de los poetas muertos (Dead Poets Society-1989) con debate posterior sobre la educación formal como herramienta de control social vs. espacio de libertad individual y colectiva.

De Sucre nos dirigimos hacia Villa Serrano, pueblo donde empieza la que se ha denominado «La ruta del Che» donde Ernesto «El Che Guevara» inició la que fue su última contienda revolucionaria. 200 km de malos caminos que conducen al pueblo de La Higuera, donde fue capturado en la Quebrada del Churo y posteriormente asesinado en La Escuelita. Hoy museo y lugar de peregrinaje. Esta ruta, más allá del simbolismo histórico, permite recorrer la dureza de la Bolivia rural. Nuestro tiempo en La Higuera no puede más que dejarnos más preguntas que respuestas. El Che, junto con el PCB (Partido Comunista Boliviano),querían organizar una guerrilla que acabara con la dictadura y constituir en Bolivia un punto estratégico para iniciar movimientos revolucionarios en Sudamérica en la época de las sangrientas dictaduras del cono sur. No pudo ser así por varias causas. Lo que más nos golpea de la situación es el poco reconocimiento y apoyo de la población local a pesar de contar con bolivianos en las filas, lo que nos hace dudar de las condiciones para iniciar un proceso de este tipo, aunque las objetivas estaban definidas. La campaña de miedo orquestada por el gobierno de facto tampoco ayudó y el papel de la CIA menos. La ruta acaba en Valle Grande donde expusieron el cuerpo. Hay un museo totalmente prescindible, a no ser que a uno o una le guste el morbo o la carnaza.

Desde Valle Grande nos dirigimos hacia Samaipata, muy cerca de Santa Cruz, la ciudad más grande de Bolivia. Samaipata es un punto estratégico, ya que permite la entrada al Parque Nacional Amboró y los alrededores tienen múltiples posibilidades. Desde aquí tenemos que decidir si continuamos hacia Brasil para recorrer el Pantanal o
volvemos a La Paz vía Cochabamba para pasar a Perú.

Nos sorprende, o mejor a estas alturas ya no, la cantidad de negocios (principalmente hosterías y restaurantes) propiedad de europeos en Samaipata. Tenemos la oportunidad de comentar la situación con bolivianos y bolivianas que se dedican al turismo. Y la reflexión es que los europeos tenen mayor capacidad de gestión. Nos preguntamos si hay otras formas de gestión igualmente válidas pero diferentes en un mundo intransigentemente neoliberalizado.

Decidimos aventurarnos a recorrer parte del oriente boliviano para
entrar desde ahí al Pantanal brasileño. De Santa Cruz a Puerto Suárez son 650 km de tropicalismo. Esto es para nosotros: calor, incomodidades y bichos, muchos bichos, tanto voladores como terrestres. Por suerte, la carretera está asfaltada desde hace poco, y aunque en Bolivia es garantía de poco nos permitirá superar seguro los más de 5 días que se tardaban antes con un poco de suerte. Para prepararnos decidimos invertir en un DVD portátil que nos va a permitir entretenernos con la selección de clásicos (antiguos y modernos) que vamos cargando des del inicio del viaje y que nos acompañan desde hace años. Y sin saberlo soportar el ataque nocturno de los miles de mosquitos (algunos cargaditos de dengue) que nos van a hostigar todas las noches sin excepción alguna. Abrir una luz es comparable a iniciar un acto masoquista.

Nos gusta Aguas Calientes, donde llegamos después de sortear unos cuantos centenares de menonitas, estos se han hecho fuertes en la zona de Santa Cruz aprovechando lo económico de las tierras y la débil gestión de anteriores gobiernos. Verlos en sus carros ataviados los hombres con sus monos de trabajos y las mujeres con sus clásicos vestidos contrasta con la imagen tropical de la zona y sus visitantes. Y puede hasta llegar a meter miedo si la imaginación o la memoria nos lleva hasta películas como «El último testigo» o «Los niños del maíz». Pero como decíamos nos quedamos en Aguas Calientes unos días, un pueblo pequeño y disperso que concentra parte de su encanto en un manantial de agua caliente en forma de río bañable. Muy interesante para combatir las altas temperaturas diarias, como esos tes marroquís o mauritanos a 100 grados bajando por tu garganta cuando la temperatura ambiente supera los 40 grados.

Nos acompaña la incertidumbre de volver a entrar a Brasil; pero si la primera entrada fue fácil ésta ya es para la risa, sólo moderadamente entorpecida por el escaneo de la furgo. Situación que nos hace recordar el último escáner, en Tánger, volviendo del sur de Marruecos y después de 14 horas de cola en la frontera, justo el día en que miles de famílias marroquís decididieron poner fin a sus vacaciones de verano.

El Pantanal Brasilero es una de las reservas naturales más importantes del país y está organizado en dos zonas, la norte y la sur. Al ser exactamente iguales a nivel de hábitat, nos decidimos por la sur, por proximidad con la frontera y facilidad de acceso. A pesar de ser una reserva natural sigue existiendo hoy en día una fuerte explotación ganadera. Esto explica que una parte del parque sea propiedad privada,si a esto lo unimos a un ecosistema pantanoso con infinidad de canales, resulta que poder encontrar un espacio cómodo para la furgo sea complicadísimo. Lo que nos lleva a buscar una alternativa: evidentemente pagando. Acabamos en una fazenda (granja) que funciona como alojamiento con una precaria zona de acampada donde nos instalamos buscando una de las pocas sombras del lugar. La gracia y diversión es que el río queda cerca, pudiendo disfrutar de baños compartidos con yacarés (los cocodrilos de la zona), pirañas y demás fauna acuática. El chiringuito ofrece una alta gama de actividades que incluye el absurdo pasatiempo de pescar pirañas para la cena. Lo normal es contratar un pack cerrado, pero como la normalidad nos acostumbra a aburrir nos decantamos por un paseo en lancha por los alrededores, con la santa suerte que nadie más se ha apuntado al paseo de la tarde. Esto nos permite disfrutar de algunos momentos faunísticos interesantes como una parejita de monos en proceso de fundar familia, una divertida lontra (o nutria de río) que nos persiguió un buen rato y numerosa aves volviendo al nido después de pasar el día fuera de casa. Nos faltó el eterno ausente, y mejor que así sea, el esquivo jaguar.

De la vuelta poco hay a destacar, al margen de una curiosa sensación de absurdidad cuando en un territorio tan grande repites unos cuantos cientos de km. Pero como en estos tiempos hacemos lo que nos da la gana, pues que vivan estos km de más.

Sucre con sus patios coloniales y su herencia colonial.
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Evo superstar…Evo, Evo, Evo, Evo es el nuevo lider de las américas (Hay que ponerle musiquilla).
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Tras los últimos pasos del «Che» en Bolivia.
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Samaipata y el paso de los Incas.
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Reserva Natural Amboró.
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Entrando en el tropicalismo, rumbo Brasil…Santa Cruz de la Sierra.
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Sant Ignacio de Chiquitos y más misiones jesuitas en Sudamérica.
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Aguas calientes.
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El Gran Pantanal.
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Trans Pantaniera
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De vuelta a Bolivia.
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Copacabana y el Titicaca.
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No somos los más grandes.
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Isla del sol y caminos Incas con más peajes que la autopista AP-7.
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BOLIVIA EN MAYÚSCULAS.

Dormir a 4200 m tiene sus consecuencias divertidas como transitar por tus peores pesadillas mientras esa pequeña corriente de aire que siempre se cuela por algún sitio te va congelando la oreja. Y por supuesto no pretendas arrancar la furgo a la primera cuando las temperaturas han transitado por debajo de los 15 grados. A la octava vez nos ponemos en marcha. A punto estamos de dejar el motor de arranque y la batería de recuerdo.

Con agradable temperatura matinal cruzamos la frontera para entrar en Bolivia. Nos sorprende ver a muchos bolivianos y bolivianas con sandalias y sin calcetines. Imagen que ya no nos abandonará, herencia de los pueblos originarios que se ha mantenido hasta hoy.

Una larga hilera de camiones nos da la bienvenida. Algunos se resisten a arrancar. Otros son apremiados por sus conductores, lanzándoles jarras de agua caliente a los motores. Todo acompañado por el paisaje desolado del altiplano boliviano bajo la atenta mirada del volcán Sajama.

Entrar en La Paz con tu propio volante es una experiencia que te permite resintonizar tu sistema nervioso en un estado gravitativo y casi indoloro. El orden dentro del caos. Otra vez vuelve a nuestro recuerdo nuestra añorada África y sus metrópolis desorganizadas: Marrakech, Bamako, Nouarchott, Nouhadibou, San Louis, Dakar, … Superada la prueba llegamos al Parking-Hotel Oberland. Punto de encuentro de overlanders (con «v»). El nombre del hotel responde a una región suiza de donde suponemos es el propietario. El sitio en si no tiene ningún encanto especial, más que ser un sitio donde coincidir con otros viajeros y viajeras para intercambiar información y descansar lejos del ajetreo de la ciudad. Este último incrementado estos días por ser periodo pre-electoral y donde más tarde se confirmará la consolidación de la gestión política del MAS (Movimiento al Socialismo) con Evo Morales como presidente.

Organizar y relatar estos meses por Bolivia no es fácil. La expectativa de ser un país complejo se ha confirmado. En Bolivia el tiempo no tiene sentido. Las rutas son complicadas (ahora un poco menos, sólo un poco, por las inversiones hechas los últimos años). La realidad social tiene muchos matices con la presencia de 17 grupos étnicos y a pesar de poder hablar, en la mayoría de los casos, con la misma lengua la cosmovisión no encaja en muchas ocasiones con lo que la comunicación se complica. Hay dos precios para el diesel: el nacional subvencionado y el internacional. Ya os podéis imaginar lo que deriva de este escenario. Fuera de las ciudades es complicado encontrar determinados productos que nos facilitan la vida en ruta. La infraestructura turística está en incipiente desarrollo con lo que llegar a los sitios por tu cuenta cuesta. Esto último podría tener su romanticismo (y lo tiene) pero cuando llevas 6 meses en ruta echas en falta a veces un cartelito preciso que te informe dónde están los sitios. A pesar de todo esto o por todo esto y como podéis imaginar los que nos conocéis, este país el país más expoliado y maltratado de Latinoamérica hasta hace poco, nos ha dejado con una huella que recorreremos durante mucho tiempo.

Empecemos por los detalles, empecemos por el principio. De nuestros primeros días en La Paz (una ciudad que a pesar de su ritmo nos acoge con su intensa vida callejera con sus vendedoras y vendedores de todas las cosas) pasamos a la tranquilidad subtropical de las Yungas. Una visita a Coroico nos permite airear la manga corta. La vuelta a La Paz la hacemos por la antigua carretera, la considerada la ruta más peligrosa del mundo: Death Road. Ahora divertimento para conductores y conductoras, y ciclistas ávidos de emociones fuertes. Hasta hace poco la única vía de comunicación entre el altiplano y la selva. Hay que decir que a pesar de poder ver la historia dramática a lo largo del camino con la multitud de cruces que vas
encontrando, nos pareció más insegura la nueva carretera por la cantidad de tránsito y la velocidad a la que conducen los camiones, autobuses y taxis. Mucho nos tememos que si no se empieza a trabajar la educación vial en el país las cruces también van a llenar sus márgenes.

Entrar por el norte de Chile te sitúa en el centro del país. No podíamos dejar de recorrer el sur de Bolivia. Potosí fue el primer destino al dejar La Paz. No sin antes vivir uno de sus famosos bloqueos, que nos dejó varias horas a la espera.

Potosí como la ciudad más alta del mundo con una historia ligada a las minas y su expolio, que costó en el pasado miles de vidas. Actualmente todas las explotaciones mineras en activo están gestionadas como cooperativas y numerosas agencias ofrecen visitarlas. A nosotros se nos presenta la duda. Nos informamos en la que se supone es la más responsable agencia que existe en la ciudad pero no nos convenció la propuesta ya que la dignidad del trabajo la sustituyen por el folklorismo de la foto y los souvenirs.

De Potosí ponemos rumbo a Uyuni por una carretera nueva que los tres disfrutamos sabiendo que no será ni ha sido la tónica general. El Salar de Uyuni es el más grande del mundo: 12000 km2 que se extienden hasta casi la frontera con Chile. La explotación de la sal ha dejado paso al turismo. Más de veinte agencias ofrecen tours de varios días. Es posible recorrer una buena parte por tus propios medios, aunque la oficina de información turística y la policía boliviana no opinan lo mismo. Nos aventuramos a enlazar las tres islas más importantes con la idea de ascender al cráter del volcán Tunupa (5000m) en el pueblo de Coqueza. Donde también se conservan cinco momias a las que se pueden ir a saludar. Es un lujazo poder circular por encima del salar a velocidades que superan las del asfalto. Las temperaturas por la noche descienden por debajo de los 0 grados. El entorno es fotogénico a más no poder. No nos resistimos a una puesta y salida del sol y a las típicas fotos utilizando la furgo como punto de referencia.

La congestionada La Paz.
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«Cositas» del mercado de las brujas, para rituales a la Pachamama, a la fertilidad, fidelidad y derivados de la humanidad. Los rituales estan operativos y siguen vigentes.
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Otro Valle de la Luna. De los tres que conocemos que existen en Sudamérica ya llevamos dos. Chile y Bolivia.
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Revisión en Volks Motors, el taller más efectivo y bién organizado que hemos conocido.
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Coroico. Las Yungas. La selva a 150km de La Paz. Lo que hecen los Andes…Del frío a la manga corta en dos horas.
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Secando las ancestrales y polémicas ojas de coca. El papel de la intervención Americana en los países productores está muy ligada a este hoja…Quién dijo que no siguen habiendo intereses ocultos por parte del imperio.
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Death Road…La que fue la carretera más pleligrosa del mundo.
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Potosí: fiestas populares, charangas, tambores, color, baile y cervezaaaaa!!!!!Algunos las llaman cervesa, después de varias cervezas.
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Uyuni…Que las imágenes hablen solas.
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Quién no tiene contradicciones hoy en día…
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Adiós Uyuni…Adiós a la sal.
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